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  • Por su parte Duboff encontr que

    2018-10-26

    Por su parte, Duboff encontró que el alto nivel de gasto público militar no agotó conotoxin la economía civil; muy por el contrario, la demanda agregada había sido reforzada por la amplia disponibilidad de los contratos militares, en tanto que la tasa de ganancia se mantenía constante (DuBoff, 1989). Asimismo, conotoxin Duboff apuntó, como era de esperarse, que el énfasis en el gasto público militar había privado al sector público de gastar, a niveles adecuados, de los gastos sociales y en bienestar. Argumentaron de ser este (de bloquear la posibilidad de que el estado pudiera proporcionar un gasto social adecuado para la clase trabajadora a costo de restringir la masa de ganancias recibido por la clase dominante por los contratos militares que les recibieron) la razón de ser del militarismo estadounidense, los neo-marxistasBaran y Sweezy (1966). Este estudio estaba fuertemente influenciado por el análisis estancacionista de A. Hansen y J. Steindl (Sweezy 1982). La cuestión clave, de acuerdo al neo-marxismo, era que Estados Unidos podría enfrentar en el futuro una condición de desaparecimiento de oportunidades de inversión. Sin embargo, a diferencia de las compensaciones de estilo keynesiano a las tendencias estancacionistas, “la milicia juega el papel de cliente ideal para las empresas privadas”, pues esta compite sin ningún interés privado, en tanto los contratos militares permiten tasas de ganancia exorbitantes (disfrazadas de sobrecostos “inadvertidos” que con frecuencia multiplican el monto del contrato original), y en poco tiempo pudieron ser el producto declarado como ‘obsoleto’, justificando nuevas rondas de contratación de mano de obra y recursos especializados (incluyendo máquinas-herramientas) para diseñar y producir un nuevo artefacto militar bajo la supervisión, con una recompensación abundante, de los grandes corporaciones industriales estadunidenses, bien remuneradas por su participación (Baran y Sweezy, 1966: 207). En resumen, el gasto militar fue usado, como ninguna otra forma del gasto público, para enfrentar las tendencias estancancionistas, “los intereses de clase oligarca” (Baran y Sweezy, 1966: 207). Ha habido muchos intentos de construir “pruebas” de la hipótesis del keynesianismo militar (normalmente para descartarlo). Una de las más ampliamente citadas, la de Griffin, Devine y Wallace, cae de inmediato en la trampa que Keyserling había buscado evitar —en este caso se asume que un incremento en el gasto público militar necesita una reducción en el gasto público no militar (Griffin, Devine y Wallace, 1982: S119). Así, de manera indirecta, el modelo supone que un incremento en el gasto público militar no origina los efectos multiplicadores y aceleradores que generan un incremento simultáneo del gasto público no militar. Griffen, Devine y Wallace (en adelante gdw) subestimaron un hecho crucial relacionado con el gasto público militar, hecho que ha sido enfatizado por otros, particularmente por Cypher (1974). El gasto público militar es una categoría compleja: el efecto económico básico de incrementar y reducir el gasto público militar en otras variables dentro del sistema económico no es determinado por el presupuesto anual del Departamento de Defensa, sino por las “Obligaciones Brutas Contraídas” (en adelante obc), concepto entendido como el valor total anual de todos los contratos militares emitidos por el Pentágono con empresas privadas proveedores, para los militares y empleados civiles del Departamento de Defensa. Para entender mejor el gasto público militar, el primer paso es establecer las obc como el punto de referencia del gasto público militar anual, pues los pagos ejecutados por el Departamento de Defensa (menos algunos “pagos parciales adelantados”) ocurren mucho después de que el efecto económico del gasto público militar se haga evidente. Como es mostrado en el Cuadro I, OBC (columna 3) es la cifra con la que se pueden medir el inició (o una caída) de las actividades económicos de los contratistas, en vez de lo convencional que es “Gastos de Defensa” (columna 2). Es partir de las “obligaciones contraídas” (o compromisos de pago) a unicellular través de los contratos, que las empresas privadas planifican y toman decisiones para la compra de equipos, para negociar los contratos de sus insumos y para comenzar aumentar de manera gradual su fuerza de trabajo. Toda esta actividad —inducida por el Pentágono— toma lugar antes de que el Departamento de Defensa ejecute los pagos a los contratistas, excepto en los casos de los productos de uso cotidiano como la comida y la ropa que se usará en los siguientes meses, incluso años. Weidenbaum mostró la importancia de esta medida usando como ejemplo la volatilidad del periodo de 1951 a 1954: En 1951 las Obligaciones Contraídas se incrementaron en 245%, cuando el gasto del Departamento de Defensa aumentó solo 72%. En 1953 las Obligaciones Contraídas se redujeron en 19%, pero el gasto del Departamento de Defensa aumentó 14% (Weidenbaum, 1969: 149, usando datos desde la Tabla 1, arriba).